Durante el siglo XVI el expansionismo del imperio turco se hacía notar mucho en casi todo el Mediterráneo. Mas que notarse podríamos decir que asolaron media Europa. Fueron muchas las ciudades a lo largo de toda la costa española, victimas de dramáticos y salvajes ataques, por parte de los piratas musulmanes.
Baleares no fue una excepción a la constante agresión de los turcos, como tampoco lo fue Menorca. Diversos ataques sufrió la pequeña isla desde 1535 y mucha fue la sangre derramada por sus habitantes al hacerles frente, pero lo peor estaba aún por llegar.
En la mañana del 30 de Junio de 1558, aparecieron en el horizonte norte de la isla, 140 velas al mando del Bahà Piali con rumbo a la localidad de Ciudadela.
Sabedores de lo que se les avecinaba, el regente de la Real Gobernación Bartolomé Arguimbau, dio orden de cerrar todos los accesos a la ciudad y mando reclutar a cuanta gente se pudiese de las distintas poblaciones de la isla. La prácticamente inexistente guarnición de la ciudad, inicio de inmediato la fortificación de los puntos débiles de las murallas, ayudados por la población civil, tanto hombres como mujeres.
Baleares no fue una excepción a la constante agresión de los turcos, como tampoco lo fue Menorca. Diversos ataques sufrió la pequeña isla desde 1535 y mucha fue la sangre derramada por sus habitantes al hacerles frente, pero lo peor estaba aún por llegar.
En la mañana del 30 de Junio de 1558, aparecieron en el horizonte norte de la isla, 140 velas al mando del Bahà Piali con rumbo a la localidad de Ciudadela.
Sabedores de lo que se les avecinaba, el regente de la Real Gobernación Bartolomé Arguimbau, dio orden de cerrar todos los accesos a la ciudad y mando reclutar a cuanta gente se pudiese de las distintas poblaciones de la isla. La prácticamente inexistente guarnición de la ciudad, inicio de inmediato la fortificación de los puntos débiles de las murallas, ayudados por la población civil, tanto hombres como mujeres.
Mientras unos 15.000 turcos desembarcaban en la costa, para iniciar el sitio de la ciudad, la poderosa artillería de sus naves, abrió fuego constante sobre las defensas de la ciudad.
En aquel momento las defensas de la plaza, consistían en unos 40 soldados castellanos al mando del Capitán Miguel Negrete, los caballeros de sangre noble de la ciudad, y todo civil pudiera empuñar un arma.
Asalto tras asalto enemigo, era repelido heroicamente por los defensores de la ciudad, las bravas mujeres cuando no estaban atendiendo a los heridos, cargando armas, o incluso resistiendo en primera línea de fuego, se encargaban de taponar las brechas de las murallas.
Pocas eran también las piezas artillera que poseía la ciudad, las cuales no pararon de rugir desde las murallas, causando estragos entre las filas de los piratas moriscos.
Pasan las horas, pasan los días y los defensores seguían sin hincar la rodilla, pero la moral sufre un fuerte revés cuando es volado el polvorín. Algunos nobles sugieren entonces al regente Real y al capitán Negrete, abandonar la ciudad amparándose en la noche, pero estos responden que se debe defender la plaza "usque ad mortem" (hasta la muerte).
Tras resistir nueve largos días, el 9 de Julio los turcos consiguieron abrir brecha y penetrar al interior de la ciudad. Una vez más los sitiados intentaron una heroica y desesperada resistencia final. Recompusieron líneas así como pudieron, y fue en la plaza del Borne donde los últimos defensores de la ciudad, plantaron cara a los moriscos hasta su último aliento, haciendo así honor a su juramento, "usque ad mortem".
Las crónicas de la época dicen que literalmente fueron barridos, merced a la superioridad numérica de los turcos.
Las crónicas de la época dicen que literalmente fueron barridos, merced a la superioridad numérica de los turcos.
Ya nada pudo impedir que estos se adueñaran de la población, matando a placer, incendiando templos, casas, y saqueando el lugar durante tres días.
Los piratas musulmanes abandonaron la isla llevándose cautivas unas 4000 personas.
Muy pocos pudieron volver jamás.
Los piratas musulmanes abandonaron la isla llevándose cautivas unas 4000 personas.
Muy pocos pudieron volver jamás.
Hoy en día todavia preside la Plaza del Borne un obelisco, que recuerda aquel trágico suceso (el año de la desgracia) y lleva cuatro inscripciones lapidarias en latín que rezan lo siguiente:
“Aquí resistimos hasta la muerte, por la religión y la patria, el año 1558”.
“Aquí resistimos hasta la muerte, por la religión y la patria, el año 1558”.
4 comentarios:
Me sumo al homenaje.
Con todo, ellos lo tuvieron más fácil que ahora: en aquella época no existían los giliprogres ^_^
Cualquiera que camine por una ciudad española y sepa mirar a través de lo que ésta cuenta, verá que historias como la que nos traes era frecuente en aquella época. Por supuesto no tan heroica como la resistencia de los habitantes de la isla.
Pero no todo el mundo sabe mirar una ciudad. A algunos sólo les importa donde está el telepizza más cercano.
Un abrazo
Yo tambien me sumo al rescate de la memoria de todos ellos.
Me ha gustado mucho leerlo, y nunca he comprendido por que en Espana no se hace buen cine historico, con la cantidad de posibilidades que hay.
Efectivamente cualquier ciudad tiene un legado histórico bestial.
Hay lugares en donde un simple paseo por el casco antiguo, o por las ruinas de alguna antigua cultura, te hace notar una energía especial, el lugar te trasmite algo y la intuición del turista despistado, le dice que ahí paso algo de relevancia.
En España pasa lo que pasa, porque se ha dejado en el olvido su historia, o simplemente se falsea. Si te cargas la historia de un país, puedes manipular su presente.
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