Desde las nubes

jueves, septiembre 21, 2006

Quizás crean que éste ha sido un año espantoso y tienen ganas de que acabe. Quizás llevan la tira de meses diciendo tierra trágame y se largarían a veinte mil leguas de viaje submarino para huir de la idiotez y de la violencia, para huir de sí mismos y de los problemas o para olvidar esos amores que no acaban de funcionar. Les comprendo. Y si por el contrario ha sido un año maravilloso y quieren que continúe la racha, pues me alegro por ustedes.



Para algunos millones de personas, este año ya se acaba dentro de nada dando la bienvenida al 5767. Un propósito nuevo donde la vida puede cambiar o sólo un peldaño más arriba para que todo siga igual. Pero con esperanza o sin ella, muchos no nos acompañarán. Los secuestrados y torturados, porque seguirán en esa pesadilla imposible de borrar y los que se fueron dejando la vida atrás, porque ya no tienen nada que celebrar.



Shana Tova

La oreja de Van Gogh

domingo, septiembre 03, 2006

Noche mediterránea, noche de diciembre en un burdel de Arlés. Después de varios golpes, la puerta se abre y alguien recibe un extraño regalo. Un pañuelo ensangrentado con una oreja recién cortada.

Después de Groot Zunder y la luz clara y oscura de la infancia, el trasiego de la juventud. La Haya, Londres...después París. Muchos años después, Arlés, y la euforia creativa, la gloria de la inspiración.

Al igual que los impresionistas del XIX, Vincent frecuentaba discretamente a las prostitutas con la excusa de reclutar modelos que pudieran posar para sus cuadros. Y frecuentaba indiscretamente la absenta, el whisky o el aguarrás dependiendo del presupuesto... todo vale para un genio y figura, todo es bueno para un depresivo, esquizofrénico según unos, epiléptico según los otros.



Como todos los holandeses de la época, atrapado en un protestantismo con el que fue por ahí comiendo el bolo a los obreros y mineros de Borinage, con los que compartía vida y pertenencias y a los que dejó bastante hartos, por cierto. Y como todos los genios, incomprendido y enamorado de la mujer equivocada, incauto que al pillar una enfermedad venérea, entendió que más valía el arte de la pintura que el de la prédica. "El ciprés es bello como un obelisco egipcio..."

Pero la plata se acaba y empieza a necesitar la ayuda de su hermano Theo, generoso varón que lo mantuvo durante años, y que después según las malas lenguas dejó escrito un diario donde al parecer lo ponía de gorronero, además de pirado, plastoso e incansable pisoteador de tulipanes. En otras palabras, que lo admiraba como pintor, y quizás, como chiflado. Como lo admiraba Gauguin, aunque le diera la paliza todo el rato con esa manía de irse a Tahití donde no se le había perdido nada; y le obligara a pintar de memoria o soportara con paciencia sus noches de insomnio.
Y Vincent se sabía loco. Lo supo cuando amenazó al después pintor de indígenas con aquella navaja de rasurar sin más explicación, lo supo cuando policía y vecindario en pleno de aquel pueblo de Provenza firmaron para encerrarlo bajo mil cerrojos. Lo supo cuando prefirió morir a causar sufrimientos ajenos. Cuando pintaba montones de cuadros en Auvers sur Oise bajo vigilancia de un enfermero. Lo sabe cuando regala su arte a quien lo desprecia, su amor a quien no lo aprecia, y su oreja a quien sólo bromeaba, esa golfilla imbécil que le pidió cortársela antes que posar para él una noche de tantas, una noche ebria como otra cualquiera.


Auvers sur Oise

Y la vida sigue invitando a beber, pero Theo ya no tiene para pagar la cuenta. Nunca sabremos en aquel verano de 1890, por qué su médico llevaba un arma, ni si Vincent se la quitó. Ni sabremos si la pidió prestada a un vecino que pasaba por allí con la historieta de espantar a los pájaros. Sólo sabemos que aquel día en el campo, no acierta a dispararse en el corazón, pero la bala es igual de mortal. Que regresa a casa herido, que fuma, que alguien llama al médico, que se acuesta, que habla...’era la mejor solución para todos’,... y que muere.



La 'mejor solución' para un genio creador en un mundo ingrato y distorsionado. Un mundo que hoy, lo mismo pone precios astronómicos a su obra, que valora como genialidades, las mediocridades y las imposturas.