Los 300 de Esparta

Estaba yo dándole vueltas estos días, a la nueva heroicidad de la panda de mequetrefes que nos “gobiernan”. La verdad es que me ha costado mucho contenerme, tenía pensado plasmar mi monumental cabreo en el affaire del asesino etarra De Juana Chaos, con un post bastante contundente, duro y agresivo… pero me lo guardo para la próxima.
Total, de poco sirve acordarse de la madre de estos desgraciados del gobierno, ya que dudo que la tengan, o la hayan conocido siquiera.

Buscando algo a que aferrarme, para recuperar un poco de moral, he recordado el trailer de un próximo estreno de cine. Y sin que sirva de precedente, y a pesar de que nuestra historia esta plagada de gestas iguales, o superiores, pues nos vale el argumento aun que los protagonistas sean griegos. Yo particularmente, le veo muchas similitudes con lo que esta pasando en nuestro país.

Allá por el año 480 A.C. un tal Jerjes I, rey-dios y emperador de Persia, pretendía conquistar Grecia. Decidido a ello, emprende rumbo hacia Atenas con la firme intención de conseguir la sumisión de estos, o aplastarlos a sangre y fuego.
Desgraciadamente para los persas, a medio camino del objetivo se encontraba Esparta. Sabedores de la reputación militar de estos, Jerjes intenta un apaño diplomático para quitarse un problema del medio.
Era el embajador persa mas hábil que nuestro Moratinos, pero su arrogante carácter y modales al mas puro estilo Narbona, dio al traste con el plan.
Justo es reconocer que también ayudo algo, la rivalidad entre griegos y espartanos, el orgullo patrio de estos últimos, así como la decisión y valentía del rey espartano Leónidas I. "Si los griegos han dicho no a Jerjes, ¿cómo van a inclinarse los espartanos?"

Total que el 11 de Agosto del 480 A.C. espartanos y persas se vieron las caras en valle de las Termópilas.
Sin tiempo para movilizar a su ejército, Leonidas I al frente de su guardia personal de 300 hombres, se dispone a hacer frente al colosal ejercito persa, compuesto por no menos de 250.000 hombres (algunas fuentes elevan la cifra hasta el millón).

En el primer día de sitio, Jerjes exigió la entrega de las armas a los espartanos, a lo que Leónidas con un par le contestó “Ven tú a cogerlas”.
Ayudados por un angosto terreno, el estrecho paso del desfiladero anulaba cualquier superioridad numérica persa. Una impenetrable y compacta falange griega, impedía el paso a las hordas enemigas.
Una y otra vez, los persas se estrellaban contra los escudos y las largas lanzas espartanas, sin que estos cedieran un centímetro.
Oleada tras oleada, los soldados enemigos son repelidos, las perdidas enemigas se cuentan por miles, mientras que los espartanos resisten con un número mínimo de bajas. La moral de los persas empieza a resentirse.
Durante la noche, Leónidas solía arengar a los suyos diciéndoles que “Jerjes tiene muchos hombres, pero ningún soldado”.

Harto y frustrado por los continuos reveses, Jerjes no tuvo mas remedio que enviar al frente a sus diez mil Inmortales, una fuerza de élite, llamada así porque cada vez que un Inmortal caía, otro corría a reemplazarlo. Sin embargo, todo continúo igual. Los persas morían a cientos, su moral continuaba cayendo, y los griegos no mostraban signo alguno de cansancio. Y así continuo la batalla durante tres días.
Como habitualmente ocurre en estas historias épicas, el traidor de turno aparece en escena y facilita las cosas al enemigo.

Un renegado y traidor antepasado de Zapatero (la traición es algo genético), conduce una avanzadilla persa por un camino entre las montañas, llevándoles hasta la retaguardia de los espartanos.
Leonidas junto a los suyos fue rodeado en el paso, aun así no se rindieron y permanecieron firmes ante el enemigo.
Fue tal el ímpetu y resistencia con la que los espartanos lucharon, que el emperador persa, para no seguir perdiendo más hombres, tuvo que recurrir a sus arqueros para abatir a los espartanos de lejos.

Leónidas fue alcanzado por una flecha, los últimos espartanos murieron intentando recuperar el cuerpo de su rey, para que éste no cayera en manos enemigas.
La batalla duró cinco días y solo una traición, consiguió derrotar a los espartanos.
Su sacrificio no fue en vano, habían conseguido retrasar el avance persa, matar a miles de soldados enemigos y diezmar la moral del ejército persa.

Unos pocos valientes se opusieron a la maquinaria de guerra más poderosa conocida por aquel entones, y dieron sus vidas luchando por su tierra, su honor y su libertad.

Esto es lo que hay Sres., los españoles somos los espartanos, los socialistas son los persas, los etarras y naZionalistas en general son los arqueros que nos matan a distancia por la espalda, y el traidor es Zapatero.
Por tanto estos hijos de Satanás que lo tengan muy claro, RESISTIREMOS HASTA EL FINAL... Y GANAREMOS.