Tras las últimas elecciones municipales y autonómicas, vuelve a primera línea de la actualidad, los pactos alianzas y demás pasteleo de todos los partidos políticos sin excepciones. Por consiguiente, vuelven también las zancadillas, traiciones, ambigüedades políticas de todo tipo y sobre todo los apuñalamientos varios.
Nada nuevo a lo largo de nuestra historia, si bien cada vez el listón de las traiciones esta mas alto, aun que difícil esta superar la plusmarca que estableció el nacionalismo vasco durante la guerra civil.
Poniéndonos en situación allá por el 24 de agosto de 1937, el Partido Nacionalista Vasco traicionó a la República con el llamado pacto de Santoña, en el que negociaron secretamente con las tropas italianas, la rendición de todas las tropas que combatían en el frente norte.
Los nacionalistas vascos han vivido y viven aún del culto a la personalidad de José Antonio Aguirre, presidente del gobierno autónomo vasco durante la guerra, de la explotación propagandística del bombardeo de Gernica, presentado como un ataque exclusivamente dirigido contra ellos y de una imagen del gudari como un combatiente antifascista abnegado, tanto durante la guerra como después de ella… juas juas juas…
Pero las cosas sucedieron de manera algo distinta, a como las presentan los nacionalistas.
En 1936 el frente norte combatió en condiciones militares de aislamiento respecto al resto de la República. Ese frente no concernía únicamente a las Vascongadas sino también a Cantabria y Asturias. En Vascongadas el fracaso militar de la republica no se debió tanto a problemas de unidad dentro del Frente Popular, como en Cataluña, sino al doble juego de los nacionalistas Vascos.
La situación creada a raíz de la guerra civil, le dio al PNV un gobierno autónomo vasco y la posibilidad de encabezar la contienda en una amplia coalición, en la que sin embargo, podría decirse ellos eran el sector minoritario.
El PNV nunca combatió consecuentemente contra el bando nacional y buena prueba de ello, es que fueron los últimos en crear milicias propias para hacer frente al mal llamado “alzamiento militar”.
Tras el estallido definitivo de la guerra la posición del PNV, vario en función de quien controlaba las distintas áreas del frente.
En Álava y Navarra, donde triunfo el bando nacional, algunos se unieron a ellos, otros se mantuvieron al margen a la espera de acontecimientos.
En las regiones de Guipúzcoa y en Vizcaya, donde era el frente popular quien controlaba la situación, pues la situación podría decirse que era similar, parecía que el PNV se había unido a la república, pero tampoco se implicaban mucho.
Mas bien en ambos casos, se dejaron llevar por la corriente predominante del lugar, sin lugar a dudas estaban a la espera de apostar por el caballo ganador de la contienda.
El 18 de julio de 1936 ni el PNV ni la CNT formaban parte del Frente Popular, se crearon las Juntas de Defensa como instrumento de unidad política y militar, la intención de la republica era forzar a toda costa la colaboración del nacionalismo vasco contra el frente nacional, e intentar así romper el mas o menos intencionado aislamiento de las Vascongadas con respecto al frente Norte, la República concedió entonces a la región la plena autonomía.
Poco tardo el PNV una vez formado el gobierno autónomo, en acometer la primera traición a “sus aliados republicanos”.
La propia guerra sirvió de excusa al gobierno vasco para imponer el orden público en la retaguardia, prohibiendo toda actividad política y sindical. Muy pocas veces la situación se le escapó de las manos al PNV.
En el frente Norte ya no hubo comisarios políticos en las milicias y unidades militares, los mítines y la propaganda política estaban prohibidos.
Otra buena prueba de la ambigüedad del PNV, se vio a medida que el ejercito nacional se iba acercando a San Sebastián, sólo la CNT propuso su defensa, mientras que los demás partidos políticos, incluido el PCE, aceptaron la postura del PNV de retirada hacia el río Deva sin disparar un sólo tiro (que coherencia y valentía por Dios).
A la vista de la situación tanto la CNT como la FAI, exigieron una representación en el gobierno autónomo, algo que no se les concedió.
Desde el comienzo mismo de la guerra los nacionalistas vascos trataron de llegar a un acuerdo con el bando nacional poniendo en práctica una política hipócrita y demagógica. Públicamente hablaban de resistencia hasta el final pero negociaban un arreglo en secreto, y a espaldas de sus socios del Frente Popular.
Directa o indirectamente a través del Vaticano, el PNV nunca jamás, rompió sus vínculos con el ejército de Franco y sus aliados italianos.
De todas las negociaciones habidas la más conocida fue el Pacto de Santoña, por el cual el PNV capitulaba ante el ejército nacional y sus aliados italianos, comprometiéndose a entregarles a todos los comunistas, anarquistas y republicanos.
La justificación del PNV fue como mínimo chocante, vinieron a decir que como las Vascongadas ya se habían perdido, pues mejor llegar a un acuerdo que les garantizase su continuidad en el poder.
Lo que se sabe a ciencia cierta, es que las conversaciones del PNV se habían iniciado prácticamente desde el primer día la guerra civil.
Si bien el PNV se rindió finalmente a las tropas de Franco, pero antes de eso en las negociaciones secretas mantenidas con los distintos interlocutores, se llego incluso a ofrecer la posibilidad de que las Vascongadas fuese un protectorado de Mussolini, al tiempo que hacían lo mismo con los británicos. ¿A caso estaban vendiendo su Euskal Herria al mejor postor? A titulo personal además de considerarlo como un episodio surrealista, también podríamos calificarlo como desternillante.
Todo este breve cóctel de traiciones históricas, podría resumirse en esta heroica llamada a la resistencia que hizo José Antonio Aguirre (presidente del gobierno autónomo vasco durante la guerra civil), en vísperas de la caida de Bilbao.
“En estos momentos de intensa y dramática emoción me dirijo a vosotros con el alma henchida de una fe que es patrimonio de los vascos. El Gobierno está en medio del pueblo, y su acuerdo firme es resistir con ímpetu y fe. Yo confío en este pueblo maravilloso. Yo sé que aquí registrará la historia páginas de gloria. Estoy seguro de que vosotros, al conjuro de mis palabras, débil pero sincero y honrado, sabréis responder como un solo hombre evocando todas aquellas heroicidades que hicieron grande a nuestro pueblo. Aquí el pueblo vasco, ante el mundo entero, ante el asombro de todos, quiere escribir una página más de su gloriosa historia.”
Para terminar el post digamos que Bilbao fue entregado al bando nacional sin combatir, ni pegar prácticamente un solo tiro y el gobierno vasco ordenó la evacuación, incluyendo a la población civil.
A grandes rasgos esto es una pequeña muestra de cómo se las gastaron por aquel entonces, a mi la sensación que me queda es que los del PNV, siempre jugaron con las cartas marcadas, o como suele decirse también, “con una vela a Dios, y otra al diablo”.
Una de pactos secretos... digo traiciones
jueves, junio 14, 2007
Publicado por Isle en 9:42 p. m.
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