Bicentenario Trafalgar. Honor o locura

sábado, octubre 15, 2005

Le estaba yo comentando a Isle que me apetecía lo de Trafalgar, no sólo por el aniversario, sino de tanto que uno ha pasado por esa plaza impresionanate que lleva su nombre, esa en la que hay una estatua vertiginosa del almirante Nelson, vigilando una de las zonas más visitadas de la ciudad, frente a la National Gallery , no lejos del parque de San Jaime, atiborrada de palomas, turistas hartos de patearse Hyde Park que llegan para sentarse derrengaos por la escalera, y japoneses con cara de jet lag, con ganas de darle al click de su camarita miniatura.



Decir Horatio Nelson, por aquellos tiempos en que vivió, era lo mismo que decir "guerra", guerra de la de siempre, la de toda la vida, en una época en que España se sometía al orgullo gabacho y se enredaba con él de mala manera, asomando esa tan especial forma de ser que nos ha dado más de un disgustillo en más de una ocasión.

Y los talánticos de España eran por esas fechas , Carlos IV, el Borbón, que andaba un poco liao con eso de llevar un país, y su secretario Manuel Godoy; una especie de guapito de cara que se pasaba algunos pueblos haciendo politica exterior, a lo mejor porque tenía otras prioridades de batalla, en la cama, con la reina. De querer hacerse los machotes atacando a los franceses sin éxito, más bien con muchos fracasos militares, pasaron a firmar con ellos, por debilidad, tratados y alianzas que en definitiva sirvieron para alentar el capricho galo de cargarse la hegemonía de Inglaterra y de paso, por qué no, hundir la moral de la propia España.

Y los fraceses, bueno, recién habían segado cantidad de cabezas por la liberté, y en esta ocasión se habían sacado de Córcega a un individuo llamado Buonaparte, Napoleón, que estaba encaprichado en colocarnos a todos los mortales un Imperio con sede en no se sabe dónde, y para ello necesitaba varias marionetas, una de ellas, claro, Godoy.

Y lo que suele pasar cuando hay un memo en el trono, que a España le tocó pringar en medio de las enemistades franco británicas, y entrar en guerra contra los ingleses, después del escaso éxito a la hora de hacerse pasar por neutrales mientras untaban con dinero de las Indias, y después del fatal resultado a la hora de quitarse de encima a un Napoleón que les exigía colaboración a cambio de, no tengo claro qué, quizás de alguna sonrisilla o algo así. Y Nelson, bueno, él ya había perdido un brazo por meterse en nuestros jaleos...vaya, le quedaba el otro para seguir batallando, y era mucha casualidad que lo perdiera también , creo yo.

Y es que este enfermizo pero valiente marino británico , amigo también de levantarle la parienta al prójimo, en lo militar y lo político no soportaba a los cobardes, y conocía muy bien a los españoles a los que no tenía ninguna simpatía pero en fin, cierto respeto, vale decir , su carrera militar se forjó contra españoles, cosa que , lo crean o no, curte bastante. El almirante Inglés, que empezaba sus discursos en cenas bromeando delante un pavo asado , terminaba las guerras normalmente ganando y tenía un autoridad fuera de lo común con sus oficiales. La escuadra franco-española era en caso de batalla su objetivo, y era su estrategia apresar al barco del comandante en jefe enemigo evitando que el resto le socorriera acercándose por los costados. Y lo tenía muy claro, planeado para arremeter con dos barcos en cabeza, por el centro y retaguardia de la linea curva de la flota enemiga....y casi ensayado, como una obra de teatro, rodeándose de estupendos marinos como Collingwood , capaces de cualquier cosa por hacer cumplir sus órdenes.

Pero los españoles no andaban tan avisados, ni tan en guardia , les iba a tocar luchar en serio y pronto, pero como que ellos no lo esperaban demasiado, habiendo pensado el duque de Gravina prudentemente, con el almirante Churruca de acuerdo, fondear la flota en Cádiz esperando momentos mejores , visto el temporal que se avecinaba y las posibilidades de desgaste de la flota británica, demasiado alejada de Inglaterra, y observando que España contaba con una tripulación de valientes y románticos, puede, pero un poco salidos de madre también , poco versados en los temas del mar, y demasiado entretenidos en las tabernas.


Y bueno, al final , siempre hay un imbécil que lo arruina todo, como el jefazo francés Villeneuve, que se consolaba pensando que los españoles eran unos gallinazos pero en realidad era él quien veía a Buonaparte en sus pesadillas, y dijo que había que salir por narices, y vaya si salieron, cargados con treinta y tres navíos, seis más que la cantidad de barcos ingleses aunque con menor potencia de tiro , y navegando medio incrédulos hasta que el Redoutable avistó las luces de los barcos británicos, entre una ligera bruma , con los hombres ya mareaos , jurando en tártaro y con pocas ganas de obedecer las ordenes del alto mando.

No sé si lo he dicho , pero corría el año 1805.




El caso es que al amanecer el almirante de El Bucentaure se pone aún más en plan estúpido e invierte las posiciones de la flota para no se qué puñetas que sólo él entendería, a lo que Churruca aterrado , empieza a encomendarse a su Dios , sabiendo lo que se le avecinaba o quién sabe si, plegándose a un destino que asumía de antemano...

Punta de Trafalgar. Mediodía del 21 de Octubre. Piernas por los aires , mutilaciones de brazos , palabrotas, fuego, cañonazos, vomitonas por la popa, navíos enganchados, oraciones, sangre...
Churruca con su pierna arrancada de cuajo- "sigan sigan, que no es nada"-...Galiano, Valdes, Gravina, y otros mandos de categoría perdieron allí la vida, mientras que Nelson antes de morir a las cuatro de la tarde tras la agonía de un certero disparo francés, se aferraba a la vida para pedir entre delirios a un sorprendido y sonrojado Capitan Hardy que lo besara , quizás delirando por Lady Hamilton, y Hardy lo besó, para qué negarse...mientras el besuqueado y herido Horatio daba las últimas órdenes de victoria, mandando rodear a la extraviada flota hispanogabacha y concluyendo una batalla cruel en la que murieron mas de mil españoles y tresmil franceses, además de la cantidad de mutilados y heridos que dejó la lucha sangrienta entre las olas. Después de la derrota de Trafalgar, Nelson dejaba los deberes hechos para su patria, Villeneuve tenía el detalle de suicidarse tiempo después , a Napoleón se la acababa el rollito de invadir Europa al completo, América quedaba a merced de los barcos y pirateos ingleses y España , cómo no, aparecía enteramente disponible para los franceses.

Y lo que es peor, un honor mancillado, un país arrastrado, y miles de vidas segadas por la codicia , la sinrazón y la estupidez.

8 comentarios:

samuel dijo...

Para los que aun sigan despiertos despues de este relato solo aniadir un apunte, el Victory, el barco de Nelson, El Bucentaure, barco de Villeneuve, San Juan Nepomuceno, el navio de Cosme Churruca.

Isle dijo...

Como siempre magnifico, querido Cruzcampo.
La verdad es que nunca he podido tragar mucho a los ingleses, pero a medida que pasan los años, los envidio y admiro. Incluso entre acérrimos enemigos, puede haber sitio para el reconocimiento mutuo y justo es reconocer, que Nelson fue un pedazo de militar.
Los ingleses con acierto o desacierto, siempre han estado ahí, cumpliendo con su deber y las ideas muy claras.
La verdad es que desde que llegaron los Borbones a España, creo que en asuntos militares siempre la hemos cagado, será influencia gabacha.
Mi único consuelo, es que cuando nuestro ejército se ha puesto, aun sabiendo que la empresa era imposible, han continuado hasta el final. Nuestra desgracia es que casi nunca hemos tenido políticos, a la altura de nuestro ejército.

Jorge Alfonso Guillén dijo...

Buenas noches. Veo que usted anda interesado en Trafalgar y, por tanto, le invito a que visite mi bitácora, en la cual llevo hablando del tema desde agosto del presente año.

Un saludo.

Maggie dijo...

Zzzzzzzzzzz...

Yo me sé historias más divertidas, como ésta:

En plena batalla, al almirante Nelson le pegan un pepinazo, lo dejan hecho un cristo, chorreando sangre por todos lado, y va y le dice al grumete:

-¡Tráigame mi casaca roja, así mis hombres no desfallecerán al ver mi sangre!

Y en ese momento el vigía grita:

-Almirante Nelson, veo doce navíos españoles a estribor!

A lo que replica el almirante:

-Grumete, tráigame también los pantalones marrones.

Maggie dijo...

Por cierto, señor cruzcampo, me compadezco de sus nietos.

Prevost dijo...

Muy acertada tu visión, Cruzcampo.

Pues las malas políticas nos llevaron a Trafalgar, y los malos militares franceses nos llevaron a la derrota.

Y hasta esa época (al contrario de lo que digan los remeros ingleses de la Historia, teníamos un gran emporio marítimo) eramos una gran potencia en los mares.

De hecho a Nelson lo vencimos en las Canarias antes de que él nos la devolviese en Trafalgar.

Saludos, híbrido amigo mío, y un fuerte abrazo.

Por supuesto, otro igual a Isle.

samuel dijo...

Tomate un descanso Roberto...que estas que no paras, pardiez.

Cheers

Anónimo dijo...

Os habeis olvidado de lo más básico para definir a los ingleses de aquella época.
PIRATAS que asaltaban y robaban nuestros barcos, violaban a las mujeres que iban dentro, y echaban al mar a los Españoles.